Diferencias entre Consumismo y Consumo Responsable
Una de nuestras actividades cotidianas es ir de compras, consumir. Pero nuestro consumo en la mayoría de las ocasiones es sinónimo de “agotamiento”. No tenemos en cuenta las repercusiones para el medio ambiente y las personas que habitan el planeta de nuestros procesos de abastecimiento de bienes y servicios.
De acuerdo a la Declaración oficial de Naciones Unidas con motivo de la Cumbre de la Tierra de 2002 una de “las principales causas de que continúe deteriorándose el medio ambiente mundial son las modalidades insostenibles de consumo y producción, particularmente en los países industrializados". En este sentido Naciones Unidas hace un llamado a revisar estas modelos insostenibles, recurriendo a modelos de consumo responsable.
Actualmente vivimos bombardeados por la mercadotecnia y mensajes que generan en nosotros un apego al producto o marca, creando una demanda innecesaria a algo sencillo que cubra nuestras necesidades primarias fácilmente. Muchas veces caemos en la trampa de esta producción masiva de imágenes para adquirir un producto a pesar de que no lo necesitamos.
Por Consumo Responsable entendemos la elección de los productos y servicios no sólo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social, y por la conducta de las empresas que los elaboran.
Otra acepción de Consumo Responsable, complementaria a la definición anterior, es aquel que implica consumir menos, eligiendo consumir sólo lo necesario, y estando atentos a cómo nos influye la publicidad en la creación de necesidades superfluas. El consumo responsable es una práctica que fomentan por lo regular organizaciones sociales, políticas, ecológicas, entre otras, para generar conciencia y llevar a cabo una compra de acuerdo a las necesidades y a la utilización de aquellos productos que sean amigables con el medio ambiente, así como a la igualdad social.
El consumismo es adquirir productos y servicios sólo por el hecho de comprar o de tener lo último de moda en el mercado. Algunas de las causas que permiten su desarrollo son: la falta de identidad personal, la publicidad de marcas y productos, presión social o hasta patologías clínicas que provocan una necesidad por comprar. Dicho esto, podemos observar que las consecuencias de un mundo consumista son la devaluación de la calidad de los productos o servicios, despilfarro económico, desde el personal hasta el regional, convirtiendo a éste incluso en uno de los principales factores del calentamiento global.